LOS DONES Y LA HUMILDAD

Somos seres espirituales viviendo experiencias humanas. Nuestra verdadera realidad es la que hay detrás del velo, eso que nos cuesta tanto descubrir. Somos almas, espíritus que decidieron adoptar una papel en esta vida terrenal para así conseguir una serie de aprendizajes. Pero cuando encarnamos, olvidamos todo eso y nos sumimos en el drama que la vida diaria nos trae, dejando a un lado esa parte espiritual. El espíritu necesita alimento igual que el cuerpo. El alimento del espíritu nos lo da la energía, las buenas vibraciones, y para conseguirlo, podemos practicar la meditación, el reiki, la relajación, etc.

Como seres espirituales que somos, tenemos unos dones que no son inherentes al ser humano. Quiero decir, son capacidades de las que disponemos precisamente por ser seres espirituales. Es como tener el famoso sexto sentido del que se habla tanto.

Pero ese sexto sentido no es algo reservado para unos pocos. Todos tenemos en potencia esas capacidades, pero si no trabajamos por desarrollarlas, seguirán ahí dormidas. Hay personas que idolotran a las que canalizan y más si canalizan a grandes Maestros y las convierten en su gurú. Eso no debería ser así. Debemos tomar enseñanzas y aprendizajes de unos y de otros, pero no limitarnos a las enseñanzas de una sola persona ni mucho menos volvernos dependientes de esa persona.

Hay canalizadores que con el tiempo empiezan a considerarse en posesión de la verdad absoluta. Los canalizadores son meros transmisores de una información que desde arriba se quiere dar. Son personas que han elegido para esa comunicación, porque tienen más desarrollado ese "oído interno" que es la telepatía, pero no porque sean considerados más que otros.

La capacidad de escuchar a seres elevados, o de verlos, o de sentir su presencia es algo que todos podemos llegar a conseguir porque es algo que está en nuestra naturaleza espiritual, pero debemos trabajar para desarrollarlo. Es como la evolución de un bebé. Un bebé de 6 meses de forma natural comenzará a gatear, pero si lo tenemos siempre sentado en una silla y no le proporcionamos la experiencia de arrastrarse por el suelo, de probar, intentar y hacer "su trabajo", no logrará el aprendizaje. Por otro lado, el bebé de un año y pico ya sabe caminar. Eso no signifca que sea superior al bebé de 6 meses que sólo gatea, sino que lo que implica es que ya ha dado los pasos necesarios para llegar a ese nivel en su evolución. Igual nos pasa como seres espirituales. Hay mucho que tenemos que descubrir de nuestra evolución en esos niveles, pero si nos quedamos sentados viendo como otros lo consiguen, no avanzaremos. El camino se hace caminando.

Cuando estamos unos pasos por delante, debemos ayudar a los que todavía están detrás, y esa ayuda debe darse siempre con amor y con humildad, nunca pensando que somos más por el hecho de haber avanzado unos pasos más. Simplemente, lo hemos hecho antes, pero todos los escalones de la evolución están reservados para todos aquellos que deseen trabajar para ir ascendiendo. No hay elegidos. Somos nosotros los que elegimos trabajar para llegar o quedarnos atrás.

Aura

5-9-10